martes, 27 de marzo de 2012

Miedos

Hoy voy a hablar de algo que me preocupa no sólo a mi sino a cualquiera que esté leyendo estas lineas.

Es curioso como sin darme cuenta os acabo de introducir el sentimiento del que quiero hablaros con su hermana pequeña... si, la hermana pequeña del miedo.


La preocupación es un mal menor... es ese síntoma pequeñito en apariencia pero que en grandes cantidades puede llegar a transformarse en miedo. La preocupación es un sentimiento pasajero que te advierte, te prepara, te coloca en un punto en el que o crees en ti mismo o el miedo se apodera de ti y te abandonas a su suerte.

Es algo así como lo que sucede cuando no llega el hijo que salió de fiesta y dijo que llegaría a las 4. A las 4 menos cinco la madre está esperando el milagro de que el niño aparezca antes de la hora acordada... si, sabe que no sucederá a no se que su reloj esté estropeado o que con un poco de suerte su noche haya sido lo suficientemente aburrida como para decidir ir al nido antes de hora. 


Cuando el reloj de cuco marca las cuatro aparece junto con la hora la preocupación.
Es la que le dice: tranquila, vendrá un poco más tarde, se habrá retrasado con alguna chica guapa que si todo va bien conocerás próximamente y por fin tu hijo se casará y abandonara esta casa.... así que la madre confía en ella misma, en su hijo, en la situación y en el buen futuro.

Todo esto cambiará, se vendrá abajo rápidamente si a los diez minutos ese hijo no ha puesto un pie en su maldita casa. La preocupación desaparece... ya no tiene nada que hacer en su interior...el miedo ya ha entrado y le ha dado tal patada que no se atreverá a regresar. La preocupación colocó a la madre en ese punto de decisión y decidió confiar en ella misma pero el tiempo es el que ha hecho que aparezca el miedo de manera repentina... y ya no hay vuelta atrás, se apodera de su ser de tal manera que ni siquiera un razonamiento lógico le hará dejar de sentirlo.

Esta suele ser la manera más sencilla y más mecánica en la que suele aparecer el miedo... síntoma de defensa, empuje que ayuda a  actuar con rápidez, la puesta en marcha del sistema límbico, el bombeo disparado de nuestros latidos...

Pero en ocasiones este sentimiento se nos impone... y digo se nos impone porque lo cierto es que para que sintamos miedo a veces es necesario que se introduzca una tercera persona: es aquel que se hace llamar tu "amigo". Normalmente lo distinguiréis por varias características:

En primer lugar se trata de alguien que te hará bajar de las nubes de manera precipitada. Es decir, si quieres conseguir a un/a chica/o de tus sueños, te aconsejará con frases melódicas, suaves (ya sabéis... esas que suenan a consuelo irónico pero que en realidad te están destrozando) y con todo tipo de palabras junto con sus sinónimos, resaltando tus defectos pero sin llegar a nombrarlos de manera que al final de la conversación en la que en principio sólo participabais dos, "tu amigo" y tú, seréis tres. Tu "amigo", tú y el miedo.

También son aquellos que se caracterizan por lanzar al subsuelo más profundo tus sueños laborales. Pero por si a simple vista no llegáis a localizarlos, yo os voy a decir algunas de las frases que suelen pronunciar. He de deciros que hay quienes llegan a pronunciarlas todas sin compasión. Las frases son las siguientes:
¡Tienes que ser más práctico!
¡Estudia algo que te pueda dar de comer!
¡Eso no tiene salidas!
¡Los sueños son sueños y de ilusiones no se vive!
¡Lo tuyo es un hobby, a mi también me gusta jugar a baloncesto!
¡Pero vamos a ver!... ¿Eso quien lo va a comprar ?


Ahora ya sabéis de quien os estoy hablando ¿verdad?

Pero indudablemente, no siempre aparece esa tercera persona... como os he dicho al principio, a veces sólo es necesario uno mismo para generarlo. Sobretodo cuando requerimos del  atrevimiento para llevar a cabo nuestros sueños.




Si dejáramos a un lado las fobias infantiles, la mayoría de nuestros miedos vienen generados por el temor a arriesgarnos... y sobretodo si pensamos en la situación en la que actualmente estamos muchos de nosotros.




Hasta ahora nos habíamos acostumbrado a abandonar nuestros sueños y a apostar por lo seguro. Hemos admitido que los sueños solamente podían ser cumplidos por aquellos que han tenido siempre de su lado al factor suerte, un padrino o grandes tesoros familiares. Hemos hecho caso de esas personas que cuando contabas con ilusión lo que te gustaría hacer en el futuro escuchabas en bocas del otro el PERO automático.


Para mi este tipo de personas son las que no han conseguido sus sueños y se han resignado... lo que quiero decir es que son aquellas que en algún momento, por mísero que fuera, pensaron y soñaron con lo que querían ser o lo que querían conseguir... pero justo en ese mismo momento apareció la cobardía, la preocupación, el miedo al fracaso y a ser vulnerables. 


Todos esos sentimientos se apoderaron de ellos de tal manera que abandonaron sus inquietudes. Las metieron en una caja, las cerraron con cinco candados, perdieron las llaves, las abandonaron lejos... demasiado lejos, tanto como para no acordarse de donde las dejaron, tanto como para asumir que nunca las tuvieron, tanto como para olvidar lo que habían soñado.


Lo asumieron... admitieron que debían ser más prácticos, que los sueños sólo eran eso... sueños. Aparentemente parece que están conformes con su decisión, que son felices con la elección escogida, han preferido ser prácticos y no arriesgarse a lo desconocido. Pero nada de esto es así. La conformidad sólo está disfrazando a la frustración. En el fondo así es como están, frustrados por lo que han elegido... y no quieren que sólo les pase a ellos. Por eso cuando tu les comentas tus sueños, en el fondo... no quieren que tu lo consigas. 


Entenderme, quizás no lo hacen conscientemente pero es algo parecido a lo que sucede cuando tienes un examen importante. El día de antes tú preguntas a tu compañero ¿Cómo llevas el temario? Si te dicen ¡perfecto! un inmenso miedo se apoderade ti al tiempo que el bombeo de tu corazón se dispara y sientes esa inseguridad e inferioridad frente al que lo lleva perfecto... de repente sientes un temor enorme a  suspender. 


En cambio si te dice que lo lleva muy mal, tú te consuelas, no te sientes tan mal porque te das cuenta que alguien está en la misma situación que tú y eso te alivia. Las personas somos así... no lo hacemos con mala intención pero nos reconforta saber que otro está en nuestra situación o en una peor. Nos sentimos bien con los que se quedan en  nuestro mismo punto y no queremos que otros lo atraviesen.







Sin embargo hay otro tipo de personas que no usan el pero en su respuesta, si no que acuden a la RISA... Son personas con las que no tienes mucha confianza. A diferencia del tipo de personas anteriores (las "peros") en estas te desconcierta un poco su reacción. Ya sabéis, a las otras las conocéis, sabéis más o menos su pasado, su carácter, su manera de afrontar los acontecimientos... Pero en cambio a éstas no las conocéis lo suficiente y por eso cuando tengáis una reunión, toméis algo... rezaréis para que nadie os pregunte: ¿y tú, que quieres hacer en el futuro? En el peor o mejor de los casos la reacción ante tu respuesta será la siguiente: Se generará automáticamente una risa colectiva.  serás el único que no se reirá, tu sonrisa se congelará y cuando preguntes el motivo de su risa te dirán: ¿era broma no?... en ese momento sólo podrás pensar: ¿porqué lo habré dicho y no me lo habré quedado para mi?

Pero esto no queda aquí porque cuando estás harto de oír las "risas" o los "peros" de repente aparece las personas a las que yo llamo: MIRADA FULMINANTE.


La mirada fulminante aparece en es esa persona a la que aprecias más que a los anteriores. Es aquella que un buen día te pregunta por tu visión de futuro y tú en confianza le comentas tu sueño esperando que sea el ser que más y mejor te comprenda en el planeta. Antes de que lo hayas acabado de explicar verás en su rostro la incredulidad y la decepción hecha mirada. No puedo expresar con palabras lo que significó para mi ese día... recuerdo la situación, el lugar en el que estábamos sentados, el olor del ambiente, los segundos que pasaron mientras yo lo contaba y su cara cambiaba de expresión conforme mis palabras salían cada vez más lentas por mi boca. Cada vez mas lentas... por cada sonido que emitían mis cuerdas vocales, mi cerebro pedía a gritos el botón de retroceso.


Hubiera preferido cien veces más las palabras de los realistas, los peros de los que hablan por hablar o las risas de los ignorantes... porque al fin y al cabo las palabras a veces sólo llegan a los oídos pero las miradas se cuelan más rápido en el corazón.





Evidentemente cuando llegas a este punto tienes dos opciones: o confías en ti o confías en tu miedo.


Si confías en tu miedo te autoconsuelas con las palabras, risas y miradas de todos los anteriores. Empiezas a creer que tienen razón, empiezas a hacer de esa razón algo propio y renuncias a tus sueños con el convencimiento de que eran un absoluto error... aunque en el fondo sabes que el único error que hay aquí es tu miedo. 


Prefieres no esquivarlo, aceptarlo por el temor a equivocarte, hacerlo tuyo por el miedo a superarte. Se convierte en escudo impenetrable, en una valla que no puedes saltar, en un muro que no podrás atravesar... paraliza, hunde tus pies en cemento y te roba el tiempo, ese que ya no podrás recuperar. Te abandonas a ti mismo y le permites que te posea... no elegirás ni decidirás nada.

La segunda opción, confiar en ti, requiere un esfuerzo añadido.  Hay personas que piensan que deberías ignorar las risas, peros y miradas... yo soy de los que piensan que no se deben ignorar. Se deben analizar detenidamente desmontando argumento por argumento sus míseras palabras de manera que al final tu conclusión sirva para forjar todavía más tu sueño. Además tendrás que vencer al miedo... algo que no es fácil. Tendrás que saltar la valla, atravesar el escudo, darte cuenta de que esquivando al miedo lo menos que puedes conseguir es superarlo, no sólo a él si no también a ti mismo.






Creo que somos lo suficientemente complicados y vulnerables como para tener miedo por nosotros mismos. No necesitamos a nadie más. Nuestro miedo normalmente viene avisado por la alarma de la prudencia. Cuando alguna de estas personas nos dedica sus "perlas" no hace que la prudencia nos avise sino que consigue que directamente aparezca el miedo... Así que te planteo alguna de estas preguntas que tienes que responder cuando algunas de las personas que hemos nombrado te hagan dudar: ¿Crees realmente que te lo están diciendo por tu bien? ¿Crees que tenemos más de una vida como para no cumplir aquello que deseamos para ser felices? Y si el destino de toda persona es ser feliz... ¿Crees que este tipo de personas desea tu felicidad si no te apoya en tu sueño?




Puedes seguir mi consejo o dejarlo pasar... yo también vivía con mi propio miedo, sin prudencia, sin alarmas... me había convencido de que no tenía un valor propio, de que simplemente tenía que hacer lo que debía hacer. Puede que me equivoque y a lo mejor cuando dentro de un tiempo lea estas palabras pensaré en el error que cometí y en el mundo de fantasía en el que viví... y también sé que muchos estarán mirando e incluso temblando para ver hasta donde llega mi salto o incluso para comprobar o rematar en caso de que no llegue y lo pise pero sólo si lo intentas puedes conseguirlo... y... ¿Quien va a conseguirlo si no eres tú?


xoxo

Almu